Gracias a la toma de rayos X se puede observar mediante impresión de placas o de manera digitalizada, imágenes de las distintas estructuras al interior del cuerpo como órganos y huesos, gracias a este procedimiento se puede identificar posibles anomalías existentes y de esta manera, proporcionar un tratamiento adecuado.
Para estos procedimientos, el paciente debe ser expuesto a una fuente de radiación, la cual a pesar de tratarse de cantidades muy bajas y de ser un procedimiento controlado, puede traer riesgos a los distintos tejidos, dependiendo de la intensidad y tiempo de exposición a dicha radiación.
¿Cómo afectan las radiografías al embarazo?
En principio, una mujer embarazada no debería realizarse este tipo de procedimientos, aunque existen ocasiones en las cuales deben estar expuestas a la radiación, esta no representa ningún riesgo tanto para la mujer como para el feto.
Para que dicha radiación pueda afectar de manera negativa al feto, este debe estar expuesto a altas dosis o a tiempos prolongados, adicionalmente se debe tener en cuenta el momento de desarrollo del embarazo.
Riesgos dependiendo de la radiación y desarrollo del embarazo
Frente a altas dosis de radiación y previo a la implantación del embrión, se presentará la muerte del mismo.
Una vez implantado (cuando comienza el embarazo clínico), si el embrión es expuesto a altas dosis de radiación, se puede presentar malformación del mismo.
Pasadas 15 semanas hay un alto riesgo de que se produzca tanto microcefalia como retardo mental. Luego, entre la semana 16 a la 25 el riesgo es solo de retardo, y la probabilidad de que ocurra es más baja.
¿Cuáles son las pruebas que generan mayor radiación para el bebé?
Tomografías computarizadas con contraste para abdomen y pelvis, el pet scan, los estudios de vías urinarias con contraste, etc.
Sin embargo y como se mencionó anteriormente, en situaciones normales, dichos exámenes no contienen la radiación suficiente para generar daños al feto y mucho menos al cuerpo humano.